viernes, 9 de julio de 2010
El fútbol, los sentimientos y «eso» que nos hace diferentes
Toda la grandeza de un país que no conoce la soberbia
Escribe: José Alvarez Aquino
(art. Publicado en El Buscador Diario el martes 6 de julio 2010)
Es muy factible que el fenómeno del fútbol en nuestro país, sea un tema para abordar por psicólogos e incluso por historiadores y no tanto por un periodista como en este caso.
Sin embargo, aún corriendo el riesgo de quedar «fuera de juego» (así entramos en clima y nos referimos a una de las reglas del fútbol), se hace necesario un análisis de lo que está pasando con el más popular de los deportes.
Hace unas horas, un periodista de Suecia, se acercó a colegas uruguayos y les pidió que le explicaran como hacemos los uruguayos para ser tan grandes en fútbol, con apenas 3 millones de habitantes (lo que tiene una ciudad en muchas partes del mundo) y siendo, como somos, un país tercermundista.
Cuentan que les costó a nuestros periodistas explicar las razones de tanta grandeza.
Y hoy que nos jugamos con Holanda nada menos que el pasaje a la final de la Copa del Mundo y que estamos entre los cuatro mejores del orbe, repasamos los títulos y se nos pone la piel de gallina.
Lea y emociónese con nosotros: 2 veces campeones olímpicos; 2 veces campeones del mundo; 15 veces campeones de América; 7 veces campeones sudamericanos juveniles; 1 vez campeón panamericano; 1 vez campeón de campeones del mundo (Mundialito de 1980); 8 veces campeones de Ámérica de clubes; 6 veces campeones del mundo de clubes; 2 veces campeones interamericanos de clubes; 1 recopa sudamericana de clubes y 1 super copa de campeones mundiales de clubes.
Pero hay más detalles a los cuales es imposible escapar: el fútbol tiene 7 campeones mundiales hasta el momento.
Los campeones son: Brasil (45 veces más grande que Uruguay); Argentina (17 veces más grande que nuestro país) y por Europa: Italia, Alemania, Inglaterra y Francia (los cuatro países considerados del primer mundo).
¿Qué le parece? ¿Verdad que da para emocionarse hasta las lágrimas?
Por todo eso los uruguayos hoy hablamos el «idioma celeste». No pensamos en otra cosa.
Tenemos el partido de hoy «entre ceja y ceja» y seguimos queriendo más milagros. Estamos entre los cuatro mejores del mundo después de un partido épico con Ghana y sin embargo tenemos pretensiones de campeón.
¡Y vaya si tenemos credenciales!
¿Sabe por qué al comienzo le dije que esto era más para psicólogos o historiadores?
Porque si repasa la historia del Uruguay, existe un antes y un después de la llegada de los «ingleses locos» que pateaban una pelota.
Abrazamos con tanta pasión este deporte que ya no pudimos sustraernos a su magia.
Y cuando vemos a través de la televisión a esos once leones que pelean cada pelota como si fuera la última, parece que cada uno de nosotros corriera detrás de la Jabulani. Y estuvimos en el pie derecho de Forlán, en la cabeza de «Palito» Pereira, en cada remate de Suárez que se incrustó en las redes de México o de Corea, en las manos del propio Suárez cuando ya no quedaba nada ante Ghana y nos veníamos para casa, en cada estirada de Muslera atajando los tiros de «las estrellas negras» y estuvimos ahí, en la picardía, en la inconsciencia, en la locura que se descargó en ese pie izquierdo del «Loco» para «picar» una pelota nada menos que en un campeonato del mundo.
¿Verdad que todos estuvimos ahí?, ¿palpitando cada movimiento?, ¿tirándonos de cabeza a una pelota junto con el «Ruso» Pérez?
Y hoy ni sueñe en hablar de otra cosa que no sea del partido con Holanda. Si acaso, simplemente y por las dudas, pregúntele a su vecina donde lo va a mirar.
Y si a eso de las 5 y media de la tarde estamos en la final, saque todo lo que tenga en celeste y agite, grite, quédese sin garganta.
Hoy está permitido llorar de felicidad.
Pero si por ahí los tulipanes son superiores, si por esas cosas del fútbol los muchachos de la «naranja mecánica», del «fútbol total» que inventó un tal Rinus Michels, nos ganan, entonces suelte nomás esas lágrimas de la derrota, porque los que hicieron grande a nuestro fútbol, tuvieron que llorar muchas veces de rabia y de impotencia ante un triunfo rival, para después levantarse y resurgir de las cenizas como el Ave Fénix.
Por todo eso mire el partido con optimismo, pero sin soberbia, con deseos de ganar, pero sin subestimar a nadie, con nervios, comiéndose las uñas si quiere, pero con grandeza.
El maestro y sus muchachos se lo merecen todo, porque ya son parte de la historia grande de este «paisito» que, no por casualidad, tiene casi una forma de corazón.
Para los uruguayos, que siempre hemos sabido levantar la frente con orgullo pero sin vanidad, hoy es un día distinto.
Y será con triunfo, más allá del resultado ¿me entiende verdad?
Foto: Maxi Pereira de fifa.com
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